Buenos días familia. Es miércoles. Si todo fuera normal, estaría como un chiquillo ansiando ya el domingo de ramos y palmas, el comienzo de la Semana más Santa. Pero todo es distinto. Todo se ha vuelto esencial, interior, callado, discreto, y al tiempo desconcertante, doloroso, desazonador, inquietante. Resulta complicado reanudar el día con aliento, con energía, con ganas, con ilusión. Incluso escribir estas letras se me hace cuesta arriba. Trato de aferrarme a vuestros rostros, a vuestras historias, a vuestro deseo de salir juntos de ésta. Quizá estoy demasiado habituado a lo fácil, quizá la fe es evidente cuando las cosas van bien, y por eso este es un tiempo de purificación.
Pensaba todo esto escuchando el relato que nos ofrecía esta mañana en la eucaristía el libro de Daniel. Aquél que nos habla de tres jóvenes que ante la exigencia del malvado de Rey de que adoren a otros dioses bajo amenaza de ser echados al fuego, afirman con rotundidad: Dios nos librará, y aunque no nos librase, permaneceremos fieles a Él. Esto es FIDELIDAD al Dios que nos hace LIBRES. Al Dios en quien creemos pase lo que pase, porque en Él esta nuestro origen y nuestro destino; porque nuestra fe no se basa en la adecuación de su acción a nuestra voluntad sino el amor mutuo que no nos permite separarnos de Él ni en vida ni en muerte. Esto es lo que experimenta Jesús, el Hijo. Está es la profunda revelación que nos trajo el Enviado del Padre. Esto es lo que vamos a contemplar en los próximos días de la Semana Santa que ya está a la puerta. ¿Seré capaz de purificar mi fe?¿Me mantendré fiel al Dios que me pide una respuesta libre de amor y confianza, más allá de mis deseos y del resultado y desenlace de la crisis que vivimos? Buenos días. Coraje y valor. Como el de los tres jóvenes, fuertes en la fe, asistidos por la energía con la que Dios reviste a su pueblo. Un beso especial a quienes tenéis familiares en el hospital. No dejamos de orar por vosotros y por la gente querida que lucha ayudados por ángeles sanitarios. A vosotros también gracias de corazón. Es impagable cuánto hacéis.