Con la eucaristía de hoy nos llega el don de la Palabra luminosa de la Pascua que se hace narración de la vida cotidiana de los apóstoles y de la primera comunidad de Jerusalén. En este miércoles en que nuestra conversación gira en torno a nuestro persistente confinamiento y al clamor de los niños que piden ser sacados de sus pisos y poder corretear por las calles, aunque sea un ratito, Dios actúa como aquel que abre prisiones y saca a la luz del día y a la plaza pública a los testigos de la resurrección, porque la noticia de la acción salvadora de Dios, no puede ser encadenada.
También el Señor quiere sacarnos de nuestros confinamientos; no se trata de celdas ni tampoco de nuestros pisos, sino de ese retraernos hacia dentro, huir de los demás, retirarnos a nuestros cuarteles de invierno y buscar la oscuridad. Jesús te ofrece la luz y la libertad. Está en tus manos acoger el don de Dios, que no envío a su Hijo al mundo para juzgarlo, sino para que el mundo se salve por Él. Un abrazo y buen día.
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