¿Qué tal estás?¿Cómo te sientes?¿Cómo te has despertado hoy? Es sábado. En los telediarios se cuenta el tiempo por semanas de confinamiento. Desde la fe, como una travesía por el desierto que empezó hace cinco semanas y que desemboca en la Pascua. Podría decirse que casi la tocamos con los dedos, pero aún no la alcanzamos. Mientras, nos queda ansiarla, al igual que anhelamos abrir cerrojos, atravesar puertas, salir a la calle, pasear parques, dar abrazos y besos y tomar una copa con los amigos. Hay que aprender a permanecer, a saber estar con garbo en el presente, sin dejar que el desaliento, ni la desesperanza nos coman terreno. Así que te propongo respirar, darte cuenta de que estás vivo. Y eso ya es mucho. Saborear el desayuno, abrir bien los ojos y darte cuenta de que tienes personas que te quieren y te cuidan; quizá a tu lado o en la habitación cercana, o quizá al otro lado del teléfono o de la pantalla de la tablet o del ordenador. Gustar el aire que respiras; ser consciente de la belleza de la creación que despunta hasta en la maceta con geranios de tu ventana. Disfrutar escuchando con toda atención esa música que te encandila, o echarte a bailar sin pudor con la canción que te desata y descontrae.
Y mientras que disfrutas con todas estas pequeñas cosas, si eres creyente siente la presencia de aquel que te cuida y te ama, y con el salmista repite desde el fondo de tu corazón como oración de fondo del día que te ha sido regalado: «El Señor nos guardará como un Pastor a su rebaño». El Pastor es Jesús, se encuentra a las puertas de Jerusalén, y a las puertas de tu vida, solicitando permiso para pasar. Corta ramas de palma y olivos, porque nuestro Rey está para entrar. Buenos días, amigos y amigos. No te olvides, respira y disfruta este sábado. Vívelo con una enorme esperanza.