Con el Hermano John de Taizé, medito sobre la amistad como don de la comunidad cristiana al mundo y a los hombres y mujeres de hoy. Una frase del gran teólogo del siglo XX, Jürgen Moltmann me resulta luminosa en el relato que va haciendo el Hermano John en su libro Una multitud de amigos. La Iglesia en la hora de la mundialización:
«La comunión de los santos, la comunidad de hermanos, es en realidad una comunidad de amigos que viven en la amistad de Jesús y expande el espíritu de amistad en la sociedad al acoger al abandonado con afecto y al marginado con respeto.» Y añade el hermano John: «la necesaria reforma de la Iglesia conlleva fundamentalmente un renacimiento de la comunidad y de la amistad desde la base. Sin esto, cualquier reformar institucional quedará en papel mojado.»
Ojalá tú y yo, nuestro pequeño grupo, nuestras comunidades de fe en pueblos y ciudades, evidencien en lo cotidiano y ofrezcan en lo concreto el don de la amistad como signo de la vida misma de Cristo que nos alcanza con su abrazo. En muchas ocasiones no está en nuestras manos el cambio de las estructuras eclesiales pero si tender las manos y ofrecer nuestra casa como lugar de amistad.