Martes 24 de Marzo. ¿Cómo te has levantado hoy? Sea como sea tu situación recuerda que no estás solo. Ayer me dormía tras leer un artículo de un jesuita de Nueva York que ante la pregunta, ¿qué hace Dios frente al coronavirus? se respondía: no lo sé. No sabemos. No es una cuestión fácil y es bastante antigua: ¿qué hace Dios frente al sufrimiento, frente a los desastres naturales? A muchas personas, esta pregunta les lleva a perder la fe. Si Dios es Todopoderoso porque no actúa, y si no lo puede todo es que no es Dios. Lo cierto es que la única respuesta está en mirar a Jesús. No se trata de un Dios teórico que pensamos en nuestras cabezas. Hablamos del Dios de Jesús. Y en estos días, el Evangelio se empeña en presentarnos a Jesús que ante los enfermos, se siente movido en las entrañas, se compadece y actúa desatando un proceso que conduce a la sanación. Y podemos vislumbrar que Dios no está en los espacios infinitos, sino que está aquí mismo, empeñándose en que se abran paso caminos de sanación a través del corazón y las manos de sus criaturas.
No tenemos muchas respuestas pero sentimos que lo más auténtico y verdadero reside en las manos de los hombres y mujeres que pelean en los hospitales por sacar adelante a sus paisanos; en la gente que conduce durante horas para asegurar el abastecimiento de los productos básicos; en quienes se levantan temprano y salen de casa para asegurar la limpieza y desinfección de los lugares en donde el contagio es más peligroso; en la ternura y el cuidado de quienes están sosteniendo la vida amenazada de los más mayores en residencias de ancianos. Allí Dios está actuando y lo hace a través de hombres y mujeres que por ser hijos suyos responden a una llamada inscrita en nuestras entrañas que nos hace cuidar a unos de otros, porque si no nos movemos, quien está a nuestro lado nunca llegará por si mismo a la piscina de Betesda, donde al agitarse las aguas, es posible alcanzar la salud. La primera lectura de hoy nos habla de las aguas que salen del santuario hacia la derecha del templo, haciendo fecunda la comarca y saneando las aguas salobres del mar muerto. También tú y yo estamos invitados a vivir unidos al Misterio del Dios Amor que habita en el templo de nuestro corazón y a ser parte de ese venero de aguas sanadoras que se extienden por la ciudad poniendo salud en medio de esta epidemia.
Al comenzar la mañana me uno contigo a este torrente. Tú y yo, porque estamos habitados misteriosamente por el Dios de la Vida, somos vehículo de salvación. Así que en marcha. ¡Que en tu frescor y en el mío encuentren respuesta a la pregunta qué hace Dios en el coronavirus! Poner a sus hijos e hijas a responder con coraje a los efectos de la epidemia con la fuerza medicinal del amor fraterno! Un abrazo, amigos.
24 marzo 2020 en 14:56
Muchas gracias por ponernos la Santa Misa todos los días. Yo no la puedo oír a la misma hora y me viene muy bien hacerlo cuando puedo. Casi siempre por las tardes… es muy reconfortante poder escuchar la Palabra De Dios en estos momentos….