Parroquia Santa María del Pilar Marianistas

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Dios en Jesús se conmueve en este domingo del llanto y ora al Padre, trayéndonos Vida. Misa del quinto domingo de cuaresma de la Comunidad @MarianistasES SMP

Acabo de celebrar la eucaristía en nuestra comunidad. En el corazón, todos vosotros, queridos amigos y amigas, querida familia. ¿Os habéis dado cuenta de la fuerza del Evangelio ? Al escucharlo en este quinto domingo de cuaresma es cómo si Jesús mismo estuviera delante de cada lugar de dolor, enfermedad y muerte, haciendo aquello que quizá hemos olvidado: LLORAR. Sí, Dios en Jesús llora. Se conmueve en su interior y derrama lágrimas a las puertas de este mundo, también en esta hora. Quizá en estos días, nos hemos preguntado: ¿Señor, donde estás? Y resulta que está junto a nosotros llorando, porque nos ama; como amaba a María y a Marta y a Lázaro. Porque te ama a ti y mí, y a todas esas personas en quienes están nuestros desvelos porque están enfermas y sufren.

Somos su Pueblo y nos ama. Él, delante de este sepulcro, nos llama: «corred esa piedra». Y para mover la piedra de un sepulcro hace falta mucha gente; hace falta esa muchedumbre que coopera con el Dios de la Vida hoy en hospitales, farmacias, transportes, limpieza, supermercados, en el orden de la ciudad, voluntarios y tantos movidos por Jesús a correr esta piedra infame, y a quien desde nuestro balcones aplaudimos inmensamente agradecidos. Jesús levanta los ojos al cielo, y nos pide que también nosotros lo hagamos dirigiéndonos al Padre, confiando en Él, Señor de la Vida y de la historia. Jesús grita eso que estamos deseando oír todos, enfermos y atemorizados: «Sal fuera».

Cristo tiene la capacidad de hacer que volvamos a la vida. El hoy tiene las palabras más atrevidas del Evangelio: «Yo soy la resurrección y la vida, quien crea en mi aunque haya muerto vivirá, y el que viva no morirá para siempre.» Queremos creer en tu palabra poderosa, Señor Jesús. Queremos tener un corazón compasivo como el tuyo, en este día que el Papa Francisco ha proclamado domingo del llanto. Pero sobre todos queremos correr la piedra y cooperar contigo para que podamos desatar las vendas de todos nuestros Lázaros, fuera ya de la muerte y del peligro. ¡Cuánto ansiamos la Pascua, Señor! Ya la presentimos. Un beso, amigos y amigas.

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Resurreccion de Lázaro