Estrenamos semana y mes de mayo. En la eucaristía de la comunidad, tu rostro, tus intenciones, tus inquietudes, tus deseos,… todo puesto ante el Señor. Alabamos a Dios con salmos, cánticos y plegarias, como tú lo haces desde las claras del día, con el trabajo, los desayunos de los niños, la organización de la casa. Estamos contigo. Es una de las cosas que hemos descubierto en este confinamiento al que se le empiezan a abrir rendijas: que somos uno, que nuestra consagración religiosa es también un servicio al Pueblo de Dios; un vibrar y alegrarnos y llorar por vuestras cosas porque son también nuestras. Una intercesión constante ante el Padre de la Misericordia por vuestras historias concretas que se hacen un solo relato en la historia esperanzada de nuestra comunidad de fe.
Hoy el evangelio nos sigue enderezando la mirada hacia Jesús, el Buen Pastor, y nos repite de qué va lo suyo: de dar su vida por las ovejas, de conocernos hasta el fondo, de llamar sin descanso a quienes todavía no tienen noticia de los planes que Dios sueña para sus hijos. Siente amigo y amiga, este cuidado de Jesús por ti. Está entrega de Jesús por ti. Está voz de Jesús que hace vibrar en lo más hondo del corazón el resorte de la fe y del amor. Buena semana. ¡Que nadie te arrebate la confianza y la paz que nos deja tener a tan buen amigo a nuestro cuidado!