En la eucaristía de hoy Jesús nos llama amigos y nos recuerda que nos ha contado el secreto más grande de su vida: el Padre lo ha amado y esa experiencia fundante quiere compartirla con nosotros, derramando su amor en cada uno, para que nuestra alegría llegue a plenitud. Cuando escucho estas palabras de Jesús, siento el potencial de desarrollo humano que nos concede la fe. Vivir desde esta revelación que Jesús ha querido compartir con nosotros tiene una enorme fuerza de transformación de la vida de los hombres y de la realidad de nuestro mundo, basada no en relaciones de dominio, sino de amistad, ofrecimiento y recepción de amor mutuo. No dejes de escuchar hoy la voz de Jesús, que en medio de nuestras dificultades e inquietudes, nos convoca a la alegría. Eso es lo que deseo yo para ti en esta mañana. Un abrazo, amigo y amiga en el Señor.