PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio: el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra; pregunta desde un extremo al otro del cielo: ¿Sucedió jamás algo tan grande como ésto o se oyó cosa semejante?; ¿Escuchó algún pueblo, como tú has escuchado, la voz del Dios, hablando desde el fuego, y ha sobrevivido?; ¿Intentó jamás algún dios venir a escogerse una nación entre las otras mediante pruebas, signos, prodigios y guerra y con mano fuerte y brazo poderoso, con terribles portentos, como todo lo que hizo el Señor, vuestro Dios, con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Así pues, reconoce hoy, y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Observa los mandatos y preceptos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos, después de ti, y se prolonguen tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre».
SALMO RESPONSORIAL
Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.
Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos.
Porque Él lo dijo, y existió; él lo mandó y todo fue creado.
Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme, en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.
Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Romanos: habéis recibido un espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡Abba, Padre!
Hermanos: cuantos se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡Abba, Padre! ».Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo; de modo que, si sufrimos con Él, Seremos también glorificados con Él.
ALELUYAAleluya, aleluya, aleluya. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo; al Dios que es, al que era y al que ha de venir. Aleluya, aleluya, aleluya.
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EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo: bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».